Entre los males que atacan a nuestros
perros está la ceguera. Este padecimiento ocurre en los perros adultos de dos
maneras: la fuerte, cuando el animal se muestra de repente asustado,
desorientado y su rutina acostumbrada ya no es la misma, y la progresiva, en la
que la mascota se irá adaptando al hecho de estar ciego, andando junto a las
paredes y estableciendo puntos de referencias para orientarse. Si la ceguera es
de nacimiento, el perro procurará agudizar y usar sus otros sentidos para
llevar una vida normal. En cualquiera de los casos, facilítale la convivencia. Para
darle de comer, sacarlo a pasear u otra actividad, establece patrones de
sonidos diferenciables, para que el can pueda distinguir y reconocer cada una
de las acciones. Guíalo hasta su sitio de dormir para que establezca su punto
de referencia. En la calle, llévalo siempre por el mimo sitio. Haz un recorrido
igual todos los días y quédate junto a él: apóyalo con palabras y ten mucha
paciencia en los primeros paseos. Marca los obstáculos: colocando una alfombra
antes de las escaleras, esto para que sepa que al llegar ahí hay una traba.
¡Evita áreas de riesgo y amenaza! Nada de balcones, huecos, etc. Un perro ciego
también puede y quiere jugar. Utiliza juguetes sonoros, cascabeles, cualquier
cosa que le guíe a la hora de divertirse. A pesar de todo, hay cegueras tratables,
dependerá de las causas: cataratas, glaucoma, degeneración de la retina,
anomalías corneales, etc. Pero en todo caso, tu amor y cuidado le permitirá
mantener una condición saludable y natural. Amemos a nuestros perros.
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